Jamás resulta tarea fácil eliminar las emociones negativas; perder toda identificación con nuestro propio tren de vida; problemas de toda índole: negocios, deudas, pago de letras, hipotecas, teléfono, etc., etc.
Esta identificación de nuestros problemas nos hace abstraernos de nosotros mismos, andamos soñando, fascinados con nuestros problemas.
Es necesario dejar de soñar, es necesario despertar conciencia; y ese proceso del despertar debe realizarse en todo momento, en todo lugar.
El ser humano no sólo sueña cuando su cuerpo físico duerme, sino que también sueña cuando su cuerpo físico no duerme.
Cuando uno se acuerda de sí mismo, cuando trabaja sobre sí mismo, cuando no se identifica con todos los problemas y penas de la vida, de hecho va por la senda vertical.
El trabajo sobre sí mismo es la característica fundamental de la rebeldía psicológica, de la transformación del ser humano, se ocupa de cierta transformación del momento presente en que nos encontramos.
Necesitamos aprender a vivir de instante en instante.
Vivir en plena atención, en plena auto-observación de nosotros mismos, vivir alertas a lo que pensamos, sentimos y actuamos; es definitivo, hay que dejar de soñar, de vivir fascinados identificados con todos los problemas.
Un buen ejemplo es el caso de María que va caminando por la calle y no escucha el saludo de un amigo, en el momento preciso que ella se decía en la mente: Por la tarde le pagaré a la modista y…
En este caso María no recibió el saludo de su amigo, por la falta de conciencia en lo que hace. Pues su pensamiento está en sus problemas.
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